Al pasar por la alfombra roja que llevaba hasta la puerta del emblemático edificio de Montecarlo, Carlota hacía gala de un glamour que nos hacía recordar a las grandes divas de la época dorada de Hollywood y que era el fiel reflejo de la herencia en estilo de su abuela, Grace Kelly.
Tras apostar por Chanel para vestirse tanto en la ceremonia civil como en la religiosa del enlace de Charlene y Alberto de Mónaco, la hija de Carolina se decantó para la fiesta de gala por un Armani Privé azul hielo con escote palabra de honor y sobrecapa hasta los pies.
Carlota Casiraghi, que hace suya la máxima menos es más, no abusó de joyas ni complementos, y tan sólo lució unos espectaculares pendientes largos, un cinturón dorado con incrustaciones de piedras y un clutch de mano en los mismos tonos.
La joven, convertida ya en un auténtico referente de estilo y elegancia, llegó a la fiesta de gala tras la boda religiosa y los fuegos artificiales en honor de Charlene y Alberto de Mónaco acompañada por sus hermanos, Pierre y Andrea.
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