Es uno de los detalles más personales de esa imagen espléndida que quieres dar el día de tu boda. Más grandes, más pequeños, sencillos, sofisticados, formando un bouquet o cayendo en cascada… ¿Cuál es el tuyo?
Son tantos los preparativos que tienes en mente que el ramo puede quedar en un segundo plano. No debes dejar su elección para el último momento porque es más importante de lo que pudieras pensar. El ramo es el complemento más importante de ese vestido con el que tanto has soñado y debe estar en perfecta sintonía con el mismo y con la imagen de conjunto.El ramo “habla” de ti, de tus gustos, de tu personalidad y hasta de tus sentimientos. Así, un ramo“desafortunado” puede deslucir esa primera impresión a tu llegada o convertirse en un verdadero incordio en el trascurso de la ceremonia.
Lo primero que tienes que tener en cuenta es que se trata de TU ramo. Hay tantas composiciones florales como novias, por eso déjate asesorar pero elige aquel que más se adapte a tus preferencias, simplemente el que más te guste, con el que te sientas cómoda y sea un reflejo de tu forma de ser. Ten en cuenta que lo llevarás durante horas (además saldrá en todas las fotos) y que, en los momentos de nervios, lo agarrarás como si fuera tu salvavidas. Al mirarlo tienes que sentirte bien.
Partiendo de esta premisa hay algunos aspectos que debes valorar a la hora de decidirte por su forma, tamaño y composición. Tus características físicas (altura, color de piel o de cabello), el estilo de tu vestido (más o menos clásico, con velo o sin él, entallado o con mucho volumen…) la estación del año en la que tenga lugar el enlace, el sitio de celebración… todos estos factores hacen que un ramo determinado sea más o menos acertado.
Algunos consejos a tener en cuenta
TAMAÑO Y FORMA
Los ramos nupciales más comunes son:1) Los bouquet (redondeados)
2) Los tipo cascada o lluvia (con caída)
3) Los de forma de lágrima (parecidos a los lluvia pero más anchos en la parte superior)
4) Los alargados (con flores de tallo largo simplemente atadas y pensados para llevarlos a un lado, apoyados en el antebrazo).
La forma y composición de cada uno de estos ramos puede contribuir a mejorar el resultado final, realzando las líneas del vestido y consiguiendo, por ejemplo, una figura más estilizada, una imagen más romántica o actual, etc.
Los bouquets pequeños son especialmente recomendables para novias menuditas, mientras que los más anchos y de mayor tamaño quedan bien en el caso de mujeres altas.
En cuanto a los vestidos, este tipo de ramo va perfecto con el estilo clásico y con los de corte romántico, especialmente si están confeccionados con mucho encaje y pedrería. Piensa que, para mantener un equilibrio y conseguir un resultado armonioso y no recargado, cuanto más adornos tenga el vestido, más sencillo debe ser el ramo (y viceversa). Los bouquets son también los más adecuados en el caso que vayas a llevar velo, porque cualquier otro podría resultarte algo incómodo.
Los ramos con caída más o menos pronunciada resultan muy favorecedores sobre todo, si tu falda tiene un volumen considerable. En este caso aligerarán el vestido y contribuirán a una imagen más esbelta. Por otra parte, las novias más altas pueden permitirse una hermosa cascada de flores, larga y pronunciada, mientras que si eres bajita deberás elegir una caída más discreta para que el ramo siempre esté en proporción a tu altura.
Las flores de tallo largo en un sencillo ramo atado están muy de moda estas últimas temporadas porque recuerdan a las flores silvestres recién cogidas y sin mayor elaboración aportando frescura y naturalidad. Quedan muy bien en vestidos ceñidos tipo sirena y también son perfectos para las novias más modernas que se atreven a casarse de corto.
COLORES
Rosas, calas, tulipanes, orquídeas, lirios… todas las flores son bonitas y tienen su particular encanto. Elige tus favoritas teniendo en cuenta no sólo tus preferencias sino también la época del año (siempre es recomendable decantarse por flores de temporada ya que son mucho más fáciles de conseguir).Las combinaciones pueden ser muy variadas, desde las clásicas rosas blancas hasta alegres ramos desbordantes de color (quedan genial resaltando sobre el blanco del vestido). Si eres de piel morena y cabello oscuro, un ramo que incorpore alguna flor de tono fuerte como rosas rojas, tulipanes amarillos o unos lirios de malva intenso te irá de maravilla. Los tonos blancos y pastel favorecen especialmente a las rubias y a las mujeres de piel más clara.
Por último, al hablar del color de tu ramo ten en cuenta dos detalles importantes a la hora de su elaboración: los adornos florales que habrá en la iglesia y en el lugar de celebración (debe existir cierta armonía entre lo que tú llevas y el entorno) y la época del año, por ejemplo, en verano y primavera el sustento de las flores que forman el ramo deben ser hojas verdes, mientras que los tonos ocres o las flores “secas”, tipo espiga, van más para las bodas en otoño.
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