lunes, 21 de mayo de 2012

La boda de Mark Zuckerberg


La boda de Mark Zuckerberg da poco de qué hablar. El más famoso de los creadores de Facebook contrajo matrimonio el sábado con su novia de toda la vida, en una boda secreta de la que solo se ha sabido porque el mismo novio lo publicó en su perfil de la red social ese mismo día.
Y ya. Fue una ceremonia normal, que podría haber sido la de cualquier estadounidense. No hubo excesos horteras ni cámaras ni excentricidades de rico. Con oír el titular, sin más detalles ni contexto, uno puede darse por enterado sin perderse casi nada.
Esto es así porque nada en las nupcias contradice o aporta nada nuevo a nuestra imagen de Zuckerberg. Se ha casado con la novia que conoció en su primer año en Harvard, justo el contexto en el que estamos acostumbrados a imaginárnoslo. En una boda secreta en el jardín de su casa, algo muy típico de alguien que siempre ha velado por su intimidad. Y lo ha anunciado cambiando la casilla de Relación en Facebook, con lo cual todo suena tan predecible que casi parece un chiste.
Pero esto, con alguien como Zuckerberg, es noticia. Durante años se ha hablado de él como ese superdotado demasiado brillante para Harvard, tan inteligente que con él nada es solo lo que parece. De repente, en tan solo un día, hemos recibido más pistas sobre cómo es en realidad que durante años de mito como creador de Facebook. Se pueden resumir en tres detalles:
1. Mark Zuckerberg lleva traje. Paren las máquinas.
En 2010, cuando se estrenó La red social, Zuckerberg era como un icono del capitalismo que se nos venía encima: un tipo ambicioso, más preocupado por su trabajo que de ganar dinero, tirando a antisistema (fue a una reunión en pijama), que ganaba una fortuna dándole a la sociedad lo que todavía no sabía que quería.
El símbolo de esta imagen de niño prodigio siempre ha sido el hoodie, la sudadera con capucha que ha llevado en todas sus apariciones públicas y, según cuentan, privadas. En parte, es una metáfora de cómo se niega a entrar en el mundo de los adultos trajeados (la última vez que se le vio con él fue hace dos semanas, cuando acudió a una reunión en Wall Street, lo cual levantó un cierto escándalo). Pero también es una forma de expresarse a través de la ropa: él mismo cuenta que llevó corbata al trabajo todos los días de 2009, para recordar a sus empleados que sería un año duro para Facebook.
El sábado acudió trajeado a la boda con un traje negro. Una forma bonita de decirle a su novia que la respeta más que a los inversores de Wall Street. Y, en cierta manera, que le importa más que la imagen que pueda transmitir de gurú iconoclasta.
2. ¿Quién es la nueva señora Zuckerberg?
Poca gente sabe quién es Priscilla Chan. No salía en La red social porque contradecía la imagen de genio ermitaño que asentaba la película. En realidad, la pareja empezó a salir hace nueve años, cuando eran estudiantes en Harvard. Ella se graduó en 2007 (cuando también le tocaba a él), pasó un par de años de profesora de Ciencia y luego se matriculó en Medicina, donde se especializó en Pediatría (si hace poco Facebook incluyó una casilla para que el usuario avise de que es donante de órganos, fue por ella).
Se sabe poco más. Solo ha confesado a los medios que le gusta el canal de cocina Target y los tomates orgánicos. MIra el móvil cada cinco segundos, dicen, y se considera "una criatura simple". Como mucho, podemos suponer que lo de la medicina no es vocacional, a raíz de este artículo publicado en el periódico de Harvard hace años, en el que afirma que no le importaría trabajar en Facebook.
Chan no es, pues, una figura mediática. Pero el contenido de la ceremonia fue, más que un reflejo de la fortuna y fama de Zuckerberg, un repaso a su historia. La cena la trajeron de los dos restaurantes favoritos de la pareja: Palo Alto Sol y Fuki Sushi. De postre, unas trufas de chocolate con forma de ratón, de la marca Burdick Chocolate. Las mismas que tomaron en su primera cita.
3. Consejos (en público) de Donald Trump y Rupert Murdoch 
Zuckerberg se casó valiendo más de 19.000 millones de dólares en acciones. Quiso el destino que la boda tuviera lugar la misma semana en la que Facebook rompía récords en Wall Street. En un principio no iba a ser así. Zuckerberg y señora habían pasado cinco meses planeando el enlace en secreto, siempre pensando en la graduación de ella (que ocurrió el pasado lunes y que él mencionó, diligentemente, en su Facebook). La fecha de la salida a bolsa bailó durante varios meses y terminó cayendo allí de casualidad.
El caso es que Zuckerberg es tan rico que su vida sentimental ha despertado el interés de otros veteranos milmillonarios. Pocas horas después de anunciar su boda, Rupert Murdoch le estaba tuiteando sus felicitaciones como si fuera su mentor:
Coincide también que, justo unos días antes, Donald Trump decidió pasar gran parte deuna entrevista que concedió a CNBC la semana pasada especulando sobre el estado social del chico de Facebook. "Va a ganar unos 19.000 millones de dólares, y me dices que tiene novia. ¿Ha firmado un acuerdo prematrimonial?", se preguntó días antes de que Facebook saliera a bolsa. "Se casan, y por lo que sea en un par de años se divorcian, y ella le demanda por 10.000 millones y es como si ganara la lotería. En Nueva York, se llevaría una gran parte del pastel. Yo le haría firmar un papel para que no se lleve más de un millón, con eso le bastaría".
Llama la atención que ambos gigantes usaran los medios y las redes sociales para dirigirse a él. Cualquier otro empresario de éxito hubiera recibido mensajes de esta gente de una manera personal. A lo mejor incluso los hubiera invitado a la boda. Se ve que a Zuckerberg, por mucho que se case y cotice en bolsa, aún le queda eso del chaval de Harvard que no quería jugar a las normas de los adultos.

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